¿Tienes un jamón en casa y estás a punto de terminarlo? ¡No tires el hueso! Es una fuente de sabor que aún puede darte mucho juego en la cocina. Si quieres saber cómo aprovechar los huesos del jamón, aquí van algunas recetas y consejos para que les saques partido al máximo.
El jamón: una inversión que merece la pena
Con la Navidad a la vuelta de la esquina, son muchas las familias que se animan a comprar un jamón para dar buena cuenta de él durante las fiestas. Un plato de jamón bien cortado eleva cualquier menú y se convierte, automáticamente, en el rey de la mesa.
Independientemente de la época del año, comprar un jamón entero siempre es una elección acertada, Poder disfrutar de esas finas lonchas de jamón recién cortadas es ya de por sí un lujo. Pero es que, además, comprar una pieza entera también nos permite aprovechar al máximo el producto, desde los recortes, hasta los huesos. Esto, a largo plazo, supone un ahorro muy interesante. Y es que, como reza el dicho popular, del cerdo se aprovechan hasta los andares.
Si quieres que la experiencia sea sublime, procura elegir siempre un buen jamón. Su calidad se notará en el aroma, el sabor y el aspecto de la carne, evidentemente, pero también de los huesos, que es lo que hoy nos ocupa. Los huesos de estos jamones aportan matices más profundos y un aroma más rico que los de jamones más básicos.
Pero, sea cual sea el tipo de jamón, siempre hay algo que aprovechar. Incluso si el jamón lleva un tiempo abierto, no te preocupes: los huesos siguen siendo igual de útiles para aromatizar tus recetas. Así que, si estás pensando en adquirir un jamón estas Navidades, adelante. Es una decisión que disfrutarás desde la primera loncha, hasta el último hueso.
Recetas para aprovechar los huesos del jamón
Caldo de jamón: el básico que nunca falla
La forma más sencilla y popular de aprovechar los huesos de un buen jamón es preparando un caldo. Con su sabor profundo y aromático, es ideal tanto para tomarlo solo, como para elaborar de infinidad de platos con él: guisos de carne, pucheros, sopas, salsas como la velouté… ¿No te quieres complicar? Simplemente añade unos fideos o un poco de arroz blanco y obtendrás una sopa de lo más reconfortante.
Hacer un caldo de jamón es muy sencillo: solo tienes que hervir los huesos en abundante agua. Para que ese caldo tenga bien de sabor, añádele también algunas verduras como cebolla, zanahoria, puerro, apio… Cuece todo a fuego lento durante un par de horas, al menos, y no te olvides de desespumar la superficie del caldo para retirar las impurezas. Evita incorporar sal, pues siempre tendrás tiempo de corregir el punto de sazón en la preparación final.
Caldo concentrado de jamón
Otra opción que tienes es elaborar un caldo de jamón concentrado. Sigue el mismo procedimiento anterior, pero dejándolo hervir durante más tiempo. Obtendrás un líquido más oscuro que, cuando se enfríe, gelatiniza con gran facilidad. Este caldo concentrado es perfecto para congelar y usar en pequeñas porciones cuando quieras aportar un extra de sabor a tus platos.
Croquetas de jamón
Sí, has leído bien. Las croquetas caseras pueden estar más ricas aún gracias al hueso de jamón que guardaste en Navidad. El procedimiento para lograrlo es muy sencillo: consiste en infusionar la leche de la bechamel con un hueso de jamón. Gracias a la acción del calor, el hueso impregnará la leche con su sabor y la grasita que pueda soltar, lo que hará que tus croquetas de jamón queden mucho más ricas.
Platos de legumbres
Los platos tradicionales a base de legumbres no serían iguales sin su hueso de jamón. Es un ingrediente imprescindible cuando hablamos de estos platos de cuchara. Cualquier guiso de lentejas, garbanzos o judías ganan una profundidad de sabor única cuando se les añade ese toque de jamón tan rico.
Cremas de verduras
Si sueles preparar cremas de calabacín, calabaza o cualquier otra verdura, añadir un hueso de jamón al cocer los ingredientes elevará el sabor del plato. Eso sí, recuerda retirarlo antes de triturar las verduras. Podrás conseguir una crema mucho más sabrosa, de la manera más económica y sin necesidad de añadir calorías adicionales.
¿Cómo utilizar el hueso del jamón?
Para aprovechar al máximo el hueso del jamón, es importante tratarlo correctamente. Sigue estos consejos para obtener el mejor resultado:
- Limpieza: asegúrate de que el hueso esté limpio y libre de grasa rancia o moho. Puedes raspar las zonas deterioradas o lavar el hueso con agua caliente para eliminar impurezas antes de usarlo o guardarlo.
- Trocea el hueso: es la parte más complicada del proceso, pero siempre deberás cortarlo en pequeños trozos. Puedes pedirle ayuda a tu carnicero o hacerlo en casa con una pequeña hacha de cocina o, si dispones de ella, una sierra.
- Conserva el hueso correctamente: una vez limpio y cortado, lo ideal es meterlo en la nevera para ralentizar el proceso de enranciamiento y evitar que se seque. Envuélvelo en film de plástico, o bien, guárdalo en bolsas herméticas.
- Congélalo: si prevés que en un corto período de tiempo no lo vas a usar, congélalo.
En resumen, la próxima vez que compres un jamón, no tires el hueso. Córtalo y guárdalo convenientemente. No solo estarás evitando el desperdicio alimentario, sino que tendrás entre manos un valioso ingrediente capaz de transformar tus platos en algo único.